Si atendemos al hecho de que no todo lo estético es artístico pero si todo lo artístico es estético, es comenzar por entender que los procesos que tratamos de comprender tanto en la creación como en la recepción de una obra, están en su mayoría permeados por lo estético, entendiendo pues, que lo estético es y se da a partir de unas circunstancias particulares que evidencian unas condiciones de época que las sustentan, en otras palabras, lo estético se da según aparezca y se establezca una tradición hermenéutica o bien un entendimiento conceptual–analítico.
No obstante, la crítica de arte Mexicana Avelina Lésper, pone de relieve unas reflexiones con lo que respecta al arte contemporáneo donde argumenta que éste ha caído en lo que ella denomina un “dogma”, es decir, el arte convertido en una falsa creencia en la cual el artista no necesita de argumentos, de sustentos sólidos que le den complemento a los objetos que son presentados como obra de arte, según ella, el arte solo necesita de un espectador pasivo, crédulo y que no tenga una posición crítica en lo que a este respecta, en definitiva, necesita de un espectador aturdido por la mediocridad para que atienda las obras sin una reflexión que les anteceda, pues, dice Lésper “para ver la obra debemos renunciar a nuestra percepción de la realidad y nuestra inteligencia, y someternos a la dictadura de una fe” (Lésper, P 20).
Para Lésper, el arte contemporáneo prefigura una especie de embrutecimiento, pues “que se nos pida alienar nuestra percepción para aceptar como arte algo que no demuestra valores estéticos es pedirnos que mutilemos nuestra inteligencia, nuestra sensibilidad y por supuesto nuestro espíritu crítico (Lésper, P 16).
El arte de hoy ha caído en un vaciamiento de lo estético, la idea inicial de que todo lo artístico es por ende estético, sería según el saber de Lésper, algo que en el arte contemporáneo no es posible, pues este ya no permite crear pensamiento, no le da cabida a las reflexiones, es castrante, todo cuanto el arte contemporáneo presenta como obra de arte, atiende según ella, a unos propósitos que constriñen los procesos creativos y no le dan cabida a lo estético. El arte contemporáneo ha acabado con lo estético.
Según Lésper, los curadores o comisarios del arte, las instituciones que validan el arte, la idea de arte como concepto y no como forma u objeto, es decir, como técnica, todo esto, ha acabando con el arte. Ya no se hace Arte, el artista es en la medida que un curador dice que lo es, una obra existe mientras esté dispuesta en un museo que la valide. El arte contemporáneo para Lésper, no es más que una farsa sustentada en la mediocridad, solo importa que se valide por unos pocos para que un resto generalizado, sin pensamiento propio y crítico, simplemente lo acepte, no lo cuestione, pues no solo los que producen, validan y configuran el arte, son mediocres y sin un potencial reflexivo, sino, que también el espectador lo es.
Esta crítica de arte contemporáneo deja claro que ya no se hace arte, que no se educa para el arte -asunto del cual se hablará más adelante- el arte ya no está generando pensamiento nuevo ni logra cuestionar asuntos sociales, culturales, estéticos, filosóficos y demás. El arte ha perdido todo su potencial, el arte contemporáneo no debería de llamarse arte.
Ahora bien, con lo que respecta a los procesos de formación en el arte, dice Lésper:
Ha sido una enorme irresponsabilidad y un atentado contra la educación artística que las materias fundamentales de las artes plásticas se redujeran al mínimo para dedicarle más horas a enseñar “conceptualización de la obra”, es decir, la habilidad de hacer discursos para los objetos que se producen (Lésper,P 36).
Para Lésper, uno de los pilares de esta mediocridad del arte contemporáneo, es su enseñanza, la forma irresponsable en que se ha sacrificado lo técnico por lo conceptual. Argumenta que hay una preocupación más evidente por el concepto, por generar ideas, por pensar la obra, que por hacer o formar un artista en tanto sujeto técnico, según Lésper, el arte debe ser técnico y continuar con esos procesos arraigados y muy marcados de los artistas formados aprendiendo un buen manejo del pincel, una buena técnica de esculpido, y todo lo que respecta a esto en tanto forma u objeto.
Pensar antes de crear es para Lésper un mal proceder, la receta primigenia generalizada del arte se fundamenta en su “técnica” esta le da la sazón inicial a eso que se va a presentar como obra. Ya no existen artistas porque ya no existen buenos artesanos “Las obras en su facilidad y capricho no requieren de talento especial para ser realizadas, ya no hay creación; por lo tanto, no necesitamos artistas” (Lésper, P 32). La educación artística al no ser una educación para la técnica, está acabando con el arte. Para Lésper, la obra tiene que desarrollarse dentro de un saber técnico, nada que escape a la comprensión técnica deberá de ser elaborado, en esto se funda la mediocridad del artista contemporáneo, pues Lésper argumenta que los artistas de hoy no tienen un saber técnico y disponen esto a otras personas que lo desarrollen y así estos poderse enfocar en una concreción conceptual, por lo tanto, el artista no hace, solo cree pensar, porque “el arte no se hace de ideas” (Lésper, P 32).
Ahora bien ¿qué tipo de arte está siendo el punto de reflexión desde el cual Lésper está fundamentando su rechazo? ¿de dónde esa idea tan marcada y tradicionalista de que el arte aún debe de responder a un proceder técnico? ¿cómo reflexiona -si es que hay una reflexión al respecto- sobre los procesos en el arte que no se configuran en un saber institucionalizado y por el contrario se piensa por fuera de este? ¿qué pasa con el arte comprometido y que logra generar todo un capítulo de reflexiones que posibilitan entender nuevas formas de generar arte? ¿si la interdisciplinariedad a la que está enfrentada el arte hoy no está generando nuevo conocimiento, entonces qué es lo que hace?
Es a este saber, una mirada muy generalizada, que reduce un abanico inmenso de posibilidades a una mirada nimia con lo que respecta al arte contemporáneo. Es valerse de unos argumentos y de unas reflexiones muy específicas para decir que el arte contemporáneo es una farsa, empero, estas reflexiones son en lo absoluto el reflejo de todo el espectro de lo que acontece en el arte contemporaneo.
Decir que algo carece de estética valiéndose del hecho de que para los artistas ya es más importante el concepto que su resultado en tanto objeto, es creer que lo estético aún hoy se sustentan en un objeto, en su forma, en una representación netamente visual lograda técnicamente, es obviar y dejar de lado artistas y propuestas de arte que tienen una fuerza tal que logran no solo cuestionar al arte mismo en tanto quehacer técnico y conceptual, sino, que se están logrando establecer diálogos muy importantes con disciplinas que tiempo atrás no parecería podrían tener un diálogo tan fuerte y directo con el arte.
Obras como la de Sonia Cillari con su instalación Sensitive to Pleasure (imagen 1) donde logra llevar a cabo un performance, un acto de creación en tiempo real donde crea una criatura digital (feather) donde esta aparece a partir de las respiraciones de la propia artista, donde logra a través de algo tan natural como la respiración, ofrecerle al espectador un conjunto de imágenes y sensaciones que se pueden ver a través de una pantalla. Es poner en evidencia que por medio de un proceso biológico como la respiración se pueden generar nuevas formas, es la tecnología una mediadora, una interfaz que permite un juego entre el artista, la obra y el espectador. decir que la obra de Cellini no tiene un carácter estético, que no tiene un saber técnico, es decir que deberíamos regresar al pasado para retomar unas formas y condiciones especificas de lo estético y artístico y volverlas a presentar a una época que responde a otras condiciones como si esto aún hoy fuera a lo que debe responder el arte.
(Imagen 1) Sonia Cillari. Instalación Sensitive to Pleasure (Feather 2010)
Es de necesidad, poner otro de los muchos ejemplos que se podrían mencionar al respecto, para contraponer el pensamiento de Lésper, pero a este propósito, la obra de Rafael Lozano-Hemmer titulada “Obra sonora” (imagen 2) sirve a este respecto, pues:
En esta muestra Hemmer reúne cuatro instalaciones en las que el artista emplea el sonido como base para una creación artística que invita a una experiencia auditiva inusual. Lozano-Hemmer aplica el concepto de “altavoces como píxels” a sus obras, que reúnen más de 3.000 diminutos altavoces, cada uno de los cuales emite un canal individual de audio. Estas miles de fuentes de sonido generan, de forma inesperada, plácidos paisajes sonoros que se inspiran en las composiciones visuales de compositores como Karlheinz Stockhausen, Edgar Varèse o Alvin Lucier. (vida 2014)
(imagen 2) Rafael Lozano-Hemmer “Obra sonora”
Estos procesos donde se vincula el arte con la tecnología, la ciencia, y saberes que no tienen como interés principal el arte, hoy están logrando que nuevos procesos de creación se hagan evidentes, vinculando al espectador como parte fundamental de la obra, que este recree una experiencia, que se vea atravesado por un acontecer estético, todo esto hace que el arte hoy no tenga una significación que se enmarca en su propio quehacer donde logra cuestionarse y cuestionar. El arte genera nuevos pensamientos y por supuesto, no ha perdido su carácter estético, antes bien, está produciendo nuevas formas de abordar lo estético.
Si desde el principio se logró pensar lo estético a partir de unas condiciones culturales y de unas apreciaciones hermenéuticas, el arte contemporáneo está en unos procesos donde lo digital, la tecnología, la multidisciplinariedad, entendiendo esta al punto que científicos, arquitectos, sociólogos, diseñadores y más, están produciendo arte, implica y supone nuevas formas de abordar el arte. Este no castra el pensamiento ni mucho menos supone artistas sin recursos y capacidades intelectuales y mucho menos técnicas como lo afirmó Lésper.
Es por tanto, que este pensamiento mordaz y generalizado sólo permite más que un avistamiento de alguien que está haciendo crítica y tomando como punto de partida situaciones, que si bien pueden estar aconteciendo en el arte, no lo definen, no lo constriñen, no lo vuelven “dogma”, antes bien, un pensamiento como éste que quiere crear una teoría, generalizar aristas a merced de una disgusto aparentemente banal, son los pensamientos que en últimas se miran con gran precaución; pues estas formas de reflexionar no ofrecen más que una mirada mordaz al arte contemporáneo y no logran ver más allá de su ego de crítica absolutista.
Referencias
Camnitzer, Luis, ¿es posible la enseñanza del arte? 1937 antología de textos críticos, ArtNexus disponible en: https://cepaplasticasvisuales.files.wordpress.com/2011/10/es_posible_la_ensenanza_del_arte.pdf
Imagen 1 Cillari, Sonia, tomada de: http://digicult.it/digimag/issue-063/multisensory-space-interview-with-sonia-cillari/
Imagen 2 Hemmer, Rafael, tomada de: http://lightroom.lighting/pseudomatismos-rafael-lozano-hemmer/
LÉSPER, Avelina. “arte contemporáneo: el dogma incuestionable”. 2012. Disponible en: http://www.avelinalesper.com/2012/06/arte-contemporaneo-el-dogma.html