Este proyecto parte de una instalación interactiva la cual experimenta el diálogo entre la escritura y lectura en tiempo real. Busca reconocer otras alternativas interpretativas en la acción que ejerce el libro frente a la tecnología, activando el libro como objeto que sin abrirse permite otro orden de definición.

Es un estante con una catapulta en su interior que se activa con la presencia del espectador, esta arroja el libro contra un espejo roto. Cuando el libro golpea el espejo, la imagen del espectador que se ve reflejada en él queda congelada y absorbida por los fragmentos del espejo, esta se superpone a otras imágenes de espectadores que han observado anteriormente la propuesta, formando así, una serie de imágenes de personas superpuestas entre sí para generar un palimpsesto de imágenes que se inscriben en otros soportes que ya no están en el orden del papel.

El espejo se convierte en el soporte de la escritura y el espectador en su contenido, dejando así, otra alternativa de enlazamiento con los otros dos momentos donde se resalta el libro como un texto que se devuelve y nos pregunta como lectores por su contenido.